jueves, 7 de febrero de 2013

PONENCIA DEL MTRO. ROBERTO VARGAS ARREOLA Mesa: La muerte, reflexiones desde la psicología


La angustia de muerte en el escenario analítico

Roberto Vargas Arreola

Como analista, en pocas ocasiones he escuchado que el tema de la muerte sea la luz que guíe un tratamiento, es decir, que el contenido manifiesto del discurso aborde la muerte como una forma de encubrir conflictos inconscientes. Esto puede obedecer a que la muerte es una verdad psíquica que nos determina y el ser humano, en su carácter equívoco elude confrontarse con lo definitivo de su ser. Pese a ello, la idea de la muerte surge en sus fantasías, pensamientos, sueños, necesidades, deseos y en toda manifestación del psiquismo humano, por lo cual su presencia es ineludible y paradójicamente, mientras más se rehúye de ella más cerca se encuentra.

La angustia es un sentimiento vital, displacentero, difícil de describir, que se acompaña de perturbaciones funcionales a nivel del sistema nervioso autónomo y que en general se presenta como emoción, aunque se puede transformar en un estado afectivo duradero. Angustia deriva del latín angustus, estrecho, angosto y es la vivencia de la sofocación física y psíquica lo que lo caracteriza (Painceira, 1997).

En la psicosis, la angustia de muerte se vuelve el contenido explícito de sus expresiones psíquicas, su relación es llana e intrínseca. Las angustias de fraccionamiento del yo, de destrucción de los contenidos psíquicos, se articulan para dar sentido al delirio. Vivir o morir se disputa en batallas entre el yo y la pulsión, donde el sujeto se piensa desde un lugar de no-ser donde la angustia primaria es la auto-desaparición. ¿Cómo un ser humano puede atentar contra su psiquismo y los indicios de su vida?

Gabriel tiene 28 años y es derivado por su psiquiatra de cabecera. Se encuentra internado en la clínica neuropsiquiátrica en la que trabajó a raíz del desencadenamiento de un brote psicótico. Gabriel padece de alucinaciones visuales y auditivas que lo acosan todo el tiempo. Entre todas las voces que escucha hay una injuria que se diferencia del resto ¡Asesino! Sin abocarse a la descripción o interpretación de la coyuntura desencadenante, un acontecimiento que marcó el estallido subjetivo fue la muerte de un compañero de trabajo quien cumplía para el paciente –según lo dicho- una función paterna. A partir de ahí comienzan a aparecer fenómenos que lo atormentan. Sus perseguidores que quieren que pague por el crimen cometido adquieren diferentes rostros: gente desconocida que se cruza en la calle, vecinos y hasta sus propios familiares(Vetere, 2005).              

Por otro lado, perder al ser amado significa para algunos estados límite y narcisistasla muerte. El <<anaclítismo>> entendido como la dependencia emocional con el objeto puede ser metaforizado en el cordón umbilical que une al feto a la vida. Por tanto, si ese objeto se pierde, si esa persona desaparece, falta el oxígeno para vivir y el sujeto se sofoca hasta morir. Esto, traducido en el correlato emocional conlleva a una angustia de pérdida de objeto, donde no hay formas de representar la pérdida dado que el objeto cumple funciones narcisistas del yo.

Talina es una paciente de 32 años, en un inicio acude a terapia de pareja con Miguel, con quien lleva 1 año de casados y 1 año más viviendo en unión libre. Es madre de 2 hijos, Max producto de una relación anterior y Soy producto de la relación con Miguel. Después de unos meses de tratamiento, la relación de pareja culmina, lo cual trajo consecuencias diversas en la paciente. No acepta el hecho de una separación, busca al objeto perdido –Miguel- con súplicas de un regreso, se asume en lugar de víctima para generar compasión, promete cambios, reclama también ante las negativas, es amenazante y chantajista, manipula información y controla a Miguel para que vea a su hija. La separación le implica una muerte, la pérdida del objeto está sustraída a la conciencia. Componentes del self, del sentido de sí misma se pierden ante la partida de Miguel, se revive una herida narcisista. ¿Cómo puede un sujeto depositar en el otro la vitalidad y la fortalezade sí mismo?

El paciente neurótico también se angustia ante la muerte, aunque para él esta experiencia subjetiva representa la castración, la falta, el reconocimiento de la finitud, el duelo por la omnipotencia. Cada segundo de vida es un segundo menos de vida, un paso hacia la muerte. Por tanto, el análisis le devela el saber de su deseo: la noción de que la vida es finita y hay que irrumpir en ella haciéndose cargo de lo que desea.

La muerte para el psicoanálisisse expresa en el retorno a lo inanimado, es una pulsión que insiste en expresarse. Puede interpretarse que la pulsión se debe domar, se enuncia la expresión <<control de impulsos>> como si la pulsión pudiera controlarse, civilizar en el sentido de la pulsión sexual, pero esto en sentido estricto es imposible. La muerte es la contracara de la vida y no se puede negar su coexistencia. La vida y la muerte intiman y se imbrican todo el tiempo, son tejidos que se superponen uno a otro y separarlos es romper el lazo que los une.

Podríamos entonces preguntarnos qué hacer con lo pulsional y sus manifestaciones en la angustia. El análisis plantea la vía para que cada analizante sea responsable de su pulsión. La responsabilidad psíquica implica ser consciente de las manifestaciones del inconsciente y lo pulsional, vivir con el saber que la muerte otorga y aún con ello encontrar en la vida los lazos para construir, vincular, amar y auto-sustentarse con respeto y dignidad en un sentido éticamente humano. En lo personal, nociones similares debe perseguir el proceso del análisis: Reconocer la naturaleza psíquica del hombre y devolverle su sentido de libertad y responsabilidad.

REFERENCIAS                              

Painceira, A. (1997) Clínica psicoanalítica a partir de la obra de Winnicott. Argentina: Lumen

Vetere, E. (2005) Almas probadas: Acerca de manejo de la transferencia en las psicosis. Contexto en Psicoanálisis: La escritura. Argentina: Lazos.